El papel higiénico nació en China hace 2.600 años. Pero ¿siempre tuvo la misma forma que ahora?
El papel higiénico nació en China hace 2.600 años. De acuerdo, no se trataba del mismo rollo de papel que conocemos hoy en día, pero sí era un elemento que venía a satisfacer a su manera las necesidades que hoy día seguimos y seguiremos manteniendo.
De todas formas, quizá no deberíamos llamarlo "papel" si revisamos los distintos materiales que las antiguas civilizaciones utilizaban para limpiarse: lechuga, trapos, pieles de animales y hierba. Por ejemplo, en la Antigua Grecia hacían una peculiar masa de arcilla y piedras; en Roma, una esponja empapada en agua de mar amarrada a un palo; y los inuit, esquimales habitantes de zonas como Groenlandia y Canadá, combinaban el musgo en verano con la nieve en invierno. Pese a todo, la higiene personal era cosa más bien de las clases pudientes y las élites más poderosas de entonces.
Basta revisar el gran tamaño de las hojas de papel utilizadas por monarcas y cortesanos; así como los ricos componentes utilizados, entre los que destacaban la lana empapada en agua de rosas, la seda, los encajes y las hojas de cáñamo.
Tuvieron que pasar muchos cientos de años para llegar al papel higiénico actual. En concreto, apareció a finales del siglo XIX, cuando los hermanos Scott tuvieron la idea de venderlo. No fue una tarea fácil debido a las numerosos prejuicios sociales que giraban en torno al papel, pues se consideraba inmoral y dañino para la salud que estuviese a la vista de todos en las tiendas y los aseos.
Mucho han cambiado las cosas en poco más de un siglo. Y es que el papel higiénico pasó de ser en sus orígenes un producto vendido prácticamente en la clandestinidad, a ser una solución de camuflaje durante la Guerra del Golfo o uno de los artículos que muchas personas no dudarían en llevarse a una isla desierta.