¿Papel o plástico? Este es un debate que se trata a nivel internacional, ya que el mundo entero hoy ha de plantearse qué pasará con la cantidad de basura que se genera, cuyo volumen resulta cada vez más complicado de reducir.
Tras el boom que tuvo el plástico, este es un material cada vez menos empleado por la sociedad. La mente ecológica de las nuevas generaciones ahora dirige generalmente su atención a los productos reciclables, aquellos que no son dañinos con el medio ambiente y que no resultan ofensivos para el futuro de nuestro planeta.
Según numerosos estudios, se calcula que cada año se producen en el mundo alrededor de 300 millones de toneladas de plástico, de las cuales 8 millones se vierten a los océanos, permaneciendo el resto en tierra. ¿Imaginas el impacto medioambiental que esto supone?
Desgraciadamente, el uso de productos de plástico está profundamente arraigado en nuestras vidas cotidianas, desde las bolsas de la compra, hasta las botellas de agua y la mayor parte de los envoltorios de los alimentos. Sin embargo, a la vista están las consecuencias que estas pequeñas prácticas pueden llegar a generar en el ambiente y en la supervivencia de especies. Es entonces cuando debemos pararnos a pensar de qué forma reducir su consumo, cómo aportar nuestro granito de arena en busca de un planeta con futuro.
Pequeñas acciones que marcan la diferencia
La invasión del plástico en el planeta es una realidad, y llegados a este punto, ya no es cuestión de responsabilidad empresarial, sino de dejar a las próximas generaciones un planeta limpio y saludable.
Ante esta urgente necesidad, son varias las acciones que cada uno de nuestros puede desarrollar para limitar la generación de residuos plásticos. Claro está que eliminar este material de nuestras vidas por completo y de forma radical no resultaría sencillo, sin embargo, reducir su consumo progresivamente es posible. No podemos continuar inundando los océanos, la tierra en la que vivimos y el aire que respiramos. ¡Es momento de ponerse las pilas!
Utilizar platos y cubiertos de plástico resulta completamente innecesario. Mucho mejor llevar los nuestros propios si compramos comida para llevar, ¿no crees?
La mayor parte del plástico que consumimos es procedente de productos de un solo uso, como envases o pajitas, que tardan entre 400 y 1000 años en descomponerse tras darle una vida útil de tan solo 15 minutos.
Podríamos considerar este como uno de los mayores retos, pues son muchos los alimentos que llevan embalajes difícilmente reciclables. Pero, ¡nada es imposible! Te proponemos optar por envases de cartón, vidrio o papel. Estos materiales son más fáciles de reciclar, se descomponen más rápidamente y son menos dañinos para el planeta.
A veces hay que dar pasos hacia atrás para seguir avanzando, y es que, si retrocedemos a un pasado no tan lejano, veremos que no existía otra opción a la hora de hacer las comprar que no fuese a granel.
Además de legumbres, frutos secos, cereales, especias o tés, muchos productos de limpieza o cosmética también pueden ser comprados a granel. Es una forma ideal de reducir el número de envases plásticos.
Cuando nuestros abuelos iban a hacer la compra, nunca volvían cargados de las bolsas de plástico que hoy en día tanto vemos. Los supermercados, mercerías, farmacias, fruterías, panaderías y todos los comercios que podamos imaginar empaquetaban sus productos haciendo uso de papel kraft.
El término kraft proviene del alemán, que significa “resistente”, por lo que podrás imaginarte el principal motivo de su elevado uso: su alta dureza y resistencia al desgarro y la tracción. Es por ello por lo que muchos negocios de hoy en día han apostado por mantener las viejas costumbres, aquellas que realmente merecen la pena conservar, tanto por nuestro propio bien como por el de nuestro planeta.
¡Ahora te toca a ti! No dudes en hacer uso de este papel a la hora de envolver un regalo o cualquier embalaje, como alternativa a las bolsas de plástico cuando vayas a hacer tus compras, para hornear o a la hora de realizar alguna manualidad.
Recuerda que tú también puedes poner de tu parte y, sobretodo, que no lo tienes tan difícil. Pásate al papel kraft y olvídate del plástico. ¡Todos merecemos un mundo que desprenda aire limpio y saludable!