Demostró que es posible reducir los daños ambientales que ocasionamos a diario
Un low impact man (hombre de bajo impacto) es el seudónimo elegido por Steven Vromman para dar a conocer al mundo su particular lucha para reducir la huella ecológica. Señala que esta debería ser diaria. Incorporándola a nuestra rutina y adoptándola como estilo propio. Todos los seres humanos deberíamos ser conscientes de los importantes beneficios que lograríamos para nosotros y para nuestros hijos realizando pequeñas acciones cotidianas, como reducir el consumo de agua, reciclar los envases, utilizar papel y bolsas ecológicas en nuestras compras... Ello reduciría notablemente la huella de carbono que dejamos y estaríamos ayudando a la conservación de la naturaleza, de una manera sencilla y prácticamente sin esfuerzos ni sacrificios.
Tomando el relevo del estadounidense Colin Beavan, que con su proyecto denominado "no impact man", que consiguió vivir 365 días con su familia reduciendo su impacto al mínimo, el asesor ambiental belga Steven Vromman elaboró su propio plan para demostrar al mundo globalizado que con buena voluntad y perseverancia es posible realizar una lucha activa para reducir los daños ambientales que ocasionamos a diario. Hechos, no palabras.
A partir del 1 de mayo de 2008, en su ciudad natal de Gante (Bélgica), contando con la complicidad de su esposa y sus hijos Adam y Marieke, se pone manos a la obra con el plan diseñado para un año, pero según dice en su blog, le fue tan bien que se lo tomó como forma de vida.
Steven estaba trabajando como asesor ambiental en la ciudad de Lovaina y para poder emplearse a fondo en su cometido, debió solicitar un permiso de excedencia laboral. Cuando acabó con su proyecto se reincorporó a la faena, poniendo en práctica lo aprendido. Realiza el viaje de 80 kilómetros en un servicio público (tren) y los desplazamientos cortos en una bicicleta plegable. En la actualidad compagina su labor con las frecuentes charlas y cursos que organiza. Es un destacado bloguero ecologista e imparte conferencias por todo el mundo.
La huella ecológica que dejamos a nuestros hijos debe reducirse a su mínima expresión para no hipotecar su futuro
Piensa que una huella ecológica es la superficie de una hectárea y media que necesita cada persona para permitir a la Tierra que tenga posibilidades de recuperación, al mismo ritmo que la explotamos y generamos residuos.
Con su plan, Steven Vromman logró demostrar que es posible llevar adelante un desarrollo sostenible. Si bien es cierto que para lograrlo debió cambiar muchos hábitos a los que estamos acostumbrados en los países desarrollados.
Queda mucho por hacer para educar a los ciudadanos en hábitos saludables y ecológicos. Solo se pueden realizar planes de este tipo con la complicidad de los estamentos públicos. Es una labor bastante compleja. Algún día lo conseguiremos si piensas en verde como yo...